REPORTES DE LECTURA

LA HISTORIA DE LA LLORONA

En el México colonial y aún en la actualidad, la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con fuertes llantos y aterradores lamentos a sus hijos.
Yólotl González Torres, Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica
La Llorona es una de las leyendas con más fuerza en nuestro país. La Llorona  como tal, surge en la Colonia; sin embargo, sus antecedentes son mucho más antiguos, tanto, que se pierden en los mitos prehispánicos y se funden en diversas representaciones de diosas madres como Cihuacóatl, Coatlicue  o Tonantzin.
Sexto presagio funesto:
Muchas veces se oía, una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:
-¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!
Y a veces decía:
-¡Hijitos míos!, ¿a dónde os llevaré?
Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista
Cihuacóatl, antes de la llegada de los españoles había previsto la desgracia que caería sobre los mexicanos, por esas fechas de 1500 empezó a hacer sus apariciones en el antiguo lago de Texcoco.
Los sacerdotes diestros en la astrología determinaban sobre los próximos sucesos que habrían de acontecerle a los mexicanos, desde la muerte, guerra, esclavitud, etcétera, Moctezuma un gobernante supersticioso temía lo peor. Los sacerdotes decían que Cihuacóatl, la diosa ha salido de las aguas y bajado de la montaña para prevenir de la suerte que correrían los mexicas.
Subían siempre a lo alto del templo y pudieron ver hacia el oriente una figura blanca, con el pelo peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cornezuelos, arrastrando o flotando una cauda de tela tan vaporosa que se ondulaba con el viento y con su desgarrador grito:
¡ayyy mis hiiijooooooosss!., ¿dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?

Los sacerdotes primeramente y luego Fray Bernandino de Sahagún interpretaron después de la conquista esta leyenda como una advertencia por la pronta destrucción del imperio mexicano.
Al oír estas palabras que más tarde comprobaron los augurios, los cuatro sacerdotes estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a las gentes de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacóatl, la deidad protectora de la raza, aquella buena madre que había heredado a los dioses para finalmente depositar su poder y sabiduría en Tilpotoncátzin en ese tiempo poseedor de su dignidad sacerdotal., diciéndole a Moctezuma que la aparición de la Diosa Cihuacoatl era para anunciar la destrucción del imperio:
 “ hombres extraños, y más sabios y más antiguos que nosotros vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo, y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos.”
“¿Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? – preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.
Así lo dicen las predicciones, por eso la Diosa Cihuacóatl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto al Imperio”. Esto dejó a Moctezuma silencioso y pensativo.
Aquellos hombres de Oriente eran los españoles dirigidos por Hernán Cortés, y sometida la gran Tenochtitlán y con la caída de todos los pueblos, sufrieron las atrocidades de los invasores; epidemias, hombres asesinados, mujeres violadas, y sus dioses olvidados a excepción de La Diosa Cihuacóatl (La llorona) protectora de los mexicanos.
De esta forma empieza la leyenda, se dice  que al campanazo de las doce, una mujer vestida de blanco, la faz cubierta por un velo ligerísimo, se aproxima por el oeste. Va de una calle a otra, unos dicen que flota; otros, que no tiene rostro. Lo único que se escucha es el quejido de “¡Ay, mis hijos!”
Cihuacóatl  muestra tres aspectos característicos:
los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua, pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-, y ser la patrona de las cihuateteo“ que de noche vocean y braman en el aire; son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra, en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños”, también habla de presagios funestos, al afirmar -ante chamanes de Moctezuma I- que así como Huitzilopochtli ganaría en la guerra, después él mismo “sería echado por gente extraña y entonces regresaría con su madre”.

ORIGEN DE LA PECULIARIDAD DE LAS FIESTAS MEXICANAS
Las fiestas mexicanas reflejan y representan el mestizaje, pues los indígenas y los españoles no sólo mezclaron sus genes, comidas y palabras, sino creencias y desde luego, las fiestas.
“Dos sangres hermanadas, aunque antagónicas en su origen, cuando se derramaban de manera literal. Pero más sangre ha nacido de este venturoso mestizaje, que aquella pérdida para lograr la asimilación”. José N. Iturriaga
México es un país alegre. El calendario festivo registra más de 5,000 fiestas anuales en todo el país. En las fiestas cívicas se conmemoran eventos históricos como la independencia, una batalla ganada o el nacimiento de un conciudadano distinguido.
La iglesia, en nuestro caso la católica, también tiene su propio calendario de festividades para conmemorar momentos especiales para los creyentes.
Existen fiestas patronales dedicadas a los santos patronos que protegen un gremio, un pueblo o un barrio. Tanto los Santos como las Vírgenes y los Cristos de los santuarios tienen sus propios días festivos. Por último, las fiestas de origen prehispánico honran a la tierra, nuestra madre, quien tiene que ser tratada de manera especial algunos días, y tanto ella como las otras fuerzas de la naturaleza que la complementan, responden a un calendario en el que los ciclos agrícolas, los rituales prehispánicos, la iglesia católica y la cultura europea se reúnen para hacerles los honores. Para tal efecto se realizan las fiestas de glorificación del ciclo solar, las fiestas de fertilidad y prosperidad y las fiestas de la oscuridad y penitencia.
RAÍCES PREHISPÁNICAS DE LAS FIESTAS MEXICANAS
Obedecen al antiguo calendario ritual agrícola. Su origen y significado se relaciona con el cultivo del maíz que, en las culturas prehispánicas, tiene un valor sagrado y forma parte de los mitos cosmogónicos del origen del universo y de la vida. Según el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, después de varios intentos fracasados con otros materiales, los dioses crearon al hombre con maíz: “…de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne, de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados”.
Popol Vuh
En el clima mexicano hay dos ciclos agrícolas fundamentales: la época de secas y la de lluvias. Cada una de ellas corresponde a un momento en la vida del campesino y la importancia de la cosecha y la lluvia, respectivamente, está interrelacionada con el calendario de fiestas. De hecho muchos pueblos celebran rituales que apuntan a propiciar lluvias o a agradecer a la madre tierra por las cosechas recibidas. Desde la Conquista, los ciclos festivos y los santorales católicos se unieron a los ciclos agrícolas que marcaban las fechas de fiestas sagradas de los pueblos americanos, esto dio lugar a las celebraciones actuales, clara evidencia de la incorporación de elementos europeos a las tradiciones propias de los pueblos conquistados.
Como se puede ver, muchas fiestas prehispánicas eran religiosas y lo siguen siendo, sólo que ahora son fiestas religiosas católicas. Las deidades que antes se honraban, simplemente se suplantaron por otras del panteón católico. Los frailes evangelizadores supieron otorgarle a sus santos las características apropiadas y los indígenas, en el fondo de su conciencia, aceptaron un cambio de imagen que no conlleva a un cambio esencial de su fe porque, ambas, la antigua y la católica, terminaron por ser consubstanciales la una de la otra.

La inevitable relación entre los grupos y el empeño de los evangelizadores para hacer aceptable la imposición de los ritos católicos, hizo posible el fomento de un culto en el que se incorporaron elementos de la tradición indígena, haciendo más festivos y espectaculares los actos litúrgicos externos, desde el momento en que indios, negros y españoles empezaron a convivir más intensamente.
De alguna manera las fiestas del país, que como mexicanas que son, tienen tantos elementos prehispánicos como europeos y africanos. Las que tienen evidente arraigo y origen prehispánico, se pueden agrupar según el significado que tienen en: fiestas de fertilidad y prosperidad en el campo, fiestas de glorificación del culto solar y fiestas de la oscuridad y la penitencia.
Las fiestas en México son el reflejo de la rica herencia cultural prehispánica y el fervor religioso impuesto por el colonialismo español. En ellas se palpan los sentimientos más profundos del pueblo mexicano y el valor social que cada región le otorga.

Las fiestas son un sostén de la estructura social y han contribuido a evitar la pérdida de identidad, de los valores tradicionales y la desintegración comunitaria. En la organización participan todos los sectores sociales, cada uno de ellos en el rol que le asignó la comunidad. El rol más significativo es el de las "mayordomías" o encargados de la fiesta. Pueden ser roles transitorios o permanentes. O sea son elegidos específicamente para una celebración en particular o por mucho tiempo, depende de cada sitio. Están los "capitanes" de los grupos de danza y de las representaciones. En general el cargo es hereditario, ya que son ellos los que garantizan la preservación de las tradiciones. Otros roles importantes son: los encargados de la música, los que deben ocuparse de la pirotecnia y los que tienen la responsabilidad de elaborar las comidas tradicionales especiales para la ocasión.

Hay diferentes categorías de fiestas: las tradicionales, las cívicas (que se festejan en todo el país) y las ferias.

Las fiestas tradicionales son las que se rigen por el calendario católico, aunque conserven aspectos de origen netamente prehispánicas. Esto se debe a que los valores religiosos cristianos fueron impuestos por la conquista a sangre y fuego. Como una manera de preservar sus costumbres religiosas, los indígenas hicieron su propia interpretación de la religión adaptándola a sus creencias ancestrales, provocando una síntesis muy particular.

Dentro de las tradicionales encontramos aquellas que se festejan un día en particular (que en general, coincide con algún santo cristiano) y las que se cambian de día, de acuerdo a las variaciones del calendario litúrgico (como Semana Santa, Carnaval y otros). Muchas de ellas se realizan en los santuarios religiosos, donde se congregan no solamente los vecinos del lugar, sino también de los alrededores y de pueblos y ciudades más apartadas.
En estos casos es común que se instalen grandes "tianguis" (mercados) donde se intercambian productos de regiones muy diversas. En general tienen características que le son comunes, aunque pueden variar dependiendo de cada pueblo o ciudad.

Ellas son: procesiones, representaciones, pastorelas, velas, ofrendas, danzas, música, bailes, pirotecnia, toros, charros, carreras de caballos, peleas de gallo y "tianguis". Dentro de estas fiestas, debemos destacar algunas: 12/12: la Virgen de Guadalupe; 16/12: las Posadas; 24/12: Nochebuena; 25/12: Navidad; 31/12: Fin de Año; 1/1: Año Nuevo; 6/1: Día de los Santos Reyes; 2/2: La Candelaria; 17/2: Bendición de semillas y animales, Día de San Antonio Abad; Carnaval; Semana Santa; 3/3: Día de la Santa Cruz y el 1y2 de noviembre: Día de Todos Santos y Fieles Difuntos.

Las Fiestas Cívicas se festejan en todo el país. Se conmemoran hechos importantes de la historia nacional. Se realizan bajo rígidos patrones oficiales. Las más importantes son: 5/2: Constitución de 1917; 21/3: Natalicio del Benemérito de las Américas, Benito Juárez; 5/5: Batalla de Puebla (1862) en la cual el Gral. Ignacio Zaragoza derrota a los invasores franceses; 15 y 16 de Septiembre: inicio de la Independencia y el 20/11: inicio de la Revolución de 1910.

Las Ferias suelen realizarse en las mismas fechas de las fiestas tradicionales o en días distintos. Suelen acompañar a las mismas los juegos mecánicos, deportes, carpas, jaripeos, carreras de caballos, peleas de gallos, corridas de toros, juegos de azar, exposiciones agrícolas, ganaderas o comerciales. En México hay más de 5000 fiestas populares que se celebran en diferentes regiones del país y en distintos días. Esto nos demuestra que el mexicano tiene muy bien ganada la fama de "pueblo fiestero".

Como siempre, los invitamos a participar escribiéndonos al portal de México acerca de nuestros contenidos, de fiestas populares no incluidas, de alguna experiencia vivida en fiestas populares en México o cualquier comentario que le merezca esta sección. Contáctenos.

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LOS PIRATAS Y LOS CORSARIOS?
La diferencia es que los piratas atacaban embarcaciones en aguas internacionales por su propia cuenta, con el fin de robar el oro y la mercancía e incluso apoderarse del buque, también capturaban a los pasajeros y los convertían en esclavos y luego cobrar por su rescate.
En cambio los corsarios, tenían patente de corso, un documento que les concedía el derecho de atacar naves y territorios enemigos.
Un error común que se acostumbra a cometer al hablar de la piratería de los siglos XVI, XVII y XVIII, es poner en el mismo saco a, por ejemplo, Sir Francis Drake, Henry Morgan y Edward Teach Barba negra. ¿Qué hubiera pensado el primero, un noble marino leal siervo de la reina Isabel I de Inglaterra, al saber que lo comparaban con el tercero, un sanguinario delincuente del mar? Seguramente, no le hubiera gustado para nada. Esta equivocación tan común —incluso entre historiadores— proviene de la confusión de términos para designar actos delictivos en el mar, ya que, habitualmente, los términos pirata, corsario, bucanero y filibustero, se utilizan casi como sinónimos. Primero de todo, debemos tener en cuenta que estas cuatro palabras solo se pueden contextualizar a la vez en la historia marítima de América, sobre todo, del Caribe, ya que la piratería del Mediterráneo o del Mar de la China se regía por otros actores. Si bien existían piratas y corsarios, los bucaneros y los filibusteros eran exclusivos de la América Central. A pesar de que estos hombres y muchos de sus contemporáneos, así como los actos que cometieron, se agrupan bajo el gran paraguas que es el término piratería —por ser todos ellos actos de bandolerismo y pillaje a bordo de un navío—, existen diferencias suficientemente significativas entre ellos como para poder distinguirlos.

En primer lugar tenemos a los piratas —cuyo vocablo procede la palabra griega peirates, que no es otra cosa que un aventurero del mar—, cuya presencia en el mundo es tan antigua como la navegación. Sin embargo, durante los siglos XVII y XVIII vivieron su época dorada, atacando libremente navíos e instalaciones de las coronas portuguesa y española. Estos ataques, a pesar de que se centraban en las posesiones de estas dos potencias europeas, no tenían detrás un significado nacional, ya que los piratas, procedieran de dónde procedieran, atacaban indiferentemente a cualquier navío que les pudiera dar beneficios en forma de riquezas de todo tipo. Los ejemplos más claros de piratas fueron Edward Teach Barbanegra, Calico Jack Rackham y Bartholomew Roberts Black Bart.

Barbanegra
Por otro lado, ya desde mucho antes de su aparición en el caribe, existieron los corsarios, cuyo grado de delincuencia fue y es motivo de controversia, ya que muchos los consideraban delincuentes y otros héroes nacionales. Los hombres y navíos que eran denominados corsarios, viajaban bajo la protección de una patente de corso —palabra procedente del latín cursus, carrera—, un documento en el que un rey les daba autorización a atacar barcos y enclaves de las potencias enemigas. En este sentido, fue muy habitual, en una América Colonial dominada por castellanos y portugueses, que las coronas de Francia, Inglaterra y Holanda, incluso siendo aliadas de alguna de las primeras, autorizasen a diversos barcos y capitanes atacar las posesiones de las potencias peninsulares. Estos ataques, si bien en muchas ocasiones reportaban beneficios económicos, su único objetivo no era robar, sino también entorpecer las actividades comerciales que se realizaban en los territorios enemigos; así como detener el transporte de riquezas hacia el Viejo Mundo y, de este modo, complicar el mantenimiento de las guerras en Europa, por ejemplo. Fueron corsarios hombres como Sir Francis Drake, Walter Raleigh o Henry Morgan.

Sir Francis Drake
De entre los protagonistas exclusivos del Caribe, unos fueron los filibusteros. El origen de esta palabra es muy confusa, hay autores que defienden su origen en la palabra holandesa vrij buiter —el que captura el botín libremente—, traducida al inglés como free booter y al francés como flibustier. Para otros, en cambio, procede del vocablo holandés vrie boot, que se traduce al inglés como fly boat o embarcación ligera, describiendo el tipo de naves utilizadas para cometer sus ataques. Estos hombres, que al principio actuaron por libre atacando naves pequeñas sin alejarse demasiado de la costa, fueron los primeros en convertir la piratería en algo más que un delito, llegando a crear una sociedad filibustera en las costas de Santo Domingo y la Tortuga, llamada la Hermandad de la Costa. Sin embargo, con el paso del tiempo, los gobiernos europeos vieron una utilidad en los filibusteros, y acogieron a muchos para que centrasen sus ataques sobre los territorios enemigos de sus patrocinadores, convirtiéndose en un punto medio entre el pirata y el corsario, pudiendo hablar de piratas domesticados. Seguramente, uno de los filibusteros más conocidos fue Jean David Nau, más conocido como François l’Olonnais, que se convirtió en el terror del Caribe durante casi veinte años.

François l’Olonnais
Finalmente, pero no menos importante, vamos a ver quiénes fueron los bucaneros. Estos hombres, cuyo origen es exclusivamente caribeño, en un principio eran cazadores de reses y cerdos salvajes de las islas. Su nombre procede del procedimiento, de origen indígena, que utilizaban para asar y ahumar la carne, llamado boucan. Esta carne era vendida en la costa a los navíos que ahí recalaban. Al ser perseguidos por las autoridades coloniales en Santo Domingo, principal enclave bucanero, muchos de ellos abandonaron su oficio para convertirse en piratas, como dijo Gosse “de matarifes de reses, se convirtieron en carniceros de hombres“. Tanto por el tipo de ataques, cercanos a la costa, como por su proximidad cronológica y geográfica, muchos bucaneros se fusionaron con los filibusteros, formando las primeras tripulaciones cuyo único fin eran los actos de piratería, llegando a formar parte, también de la Hermandad de la Costa.


Bucaneros
Aun habiendo presentado a estos cuatro estilos de piratería, nunca debemos olvidar que no eran compartimentos estancos, es decir, lo más habitual era que los hombres que una vez fueron piratas, pasaran a ser corsarios, o viceversa; del mismo modo que muchos bucaneros acabaron siendo filibusteros, para después pasar a ser corsario. Por lo que podríamos afirmar que había una alta tasa de permeabilidad entre los diferentes grupos de bandoleros marinos. Como hemos visto, tanto corsarios, como filibusteros, como bucaneros y piratas, tuvieron su momento de gloria, sin embargo, fueron los últimos los que, con el tiempo, permanecieron en el imaginario popular. Estos personajes, a pesar de ser delincuentes, rufianes y peligrosos, pasaron de ser diablos a convertirse en héroes románticos, que si bien podían robar y matar, lo hacían para defender su vida en libertad, lejos de los dominios de los grandes monarcas europeos.
LA INQUISICIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA
La historia de la Santa Inquisición en México, inició desde los primeros momentos en que los españoles pisaron este continente. Los primeros casos de que se tiene noticia son las "ordenanzas" contra blasfemos promulgadas por Hernán Cortés en 1520, es decir antes de la caída de la gran Tenochtitlán, y el proceso de idolatría iniciado por Nuño Beltrán de Guzmán en contra de Caltzontzin, señor de los tarascos. Por otra parte, hay ciertos indicios de actividades inquisitoriales contra herejes desde 1522, realizadas al parecer, por Frailes que desde entonces ya se encontraban en México, quizás actuando con poderes directos del Papa.
Fue el Concilio de Tolosa, para acabar de destruir la herejía maniquea heredada de Persia, el que dió lugar a la creación de los llamados “inquisidores de la fe” en 1229, que daría lugar después al llamado Tribunal del Santo Oficio, cuya función fue destruir cualquier signo que fuera contra la religión católica, llegando a convertirse en una de las policías más crueles y severas de cuantas han existido. Sin embargo, la Inquisición o el Tribunal del Santo Oficio no entró en los reinos de Castilla y León sino hasta 250 años después de que se había establecido en toda Europa. Antes, la vigilancia de los obispos y de otros prelados de la iglesia había sido suficiente para reprimir la herejía, de hecho, hasta la segunda mitad del siglo XV se toleraba que moros y judíos celebraran su culto pacíficamente. Tanto las mezquitas como las sinagogas gozaban de fueros particulares y eran protegidas en sus derechos.
En América, el Tribunal del Santo Oficio se estableció por primera vez en la isla de Santo Domingo, llamada en ese entonces La Española, gracias a que el cardenal Adrián de Utrech, regente del reino e inquisidor general de España, extendió el nombramiento de inquisidor de todas las tierras descubiertas y a descubrir a don Pedro de Córdoba, residente de dominicana.
Tres años después de consumada la Conquista de la Nueva España, fray Martín de Valencia, franciscano evangelizador, fue nombrada por Pedro de Córdoba comisario de la Inquisición en México. Aunque los franciscanos no tenían ni bula ni permiso para ejercer ese oficio que era y había sido siempre privilegio exclusivo de los dominicos. Ese primer inquisidor ejerció suavemente el empleo, hasta que a la muerte de Córdoba, llegó de España fray Vicente de Santa María, un dominico.
En 1535 el inquisidor general de España y arzobispo de Toledo, Alfonso Manrique, expidió el título de inquisidor apostólico al primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Aunque este no creyó prudente establecer aún la Inquisición en México, cometió el tremendo error de formar proceso a un indio, señor principal de Texcoco, bautizado ya con el nombre de Carlos y nieto de Netzahualcóyotl, a quien acusó de seguir sacrificando víctimas a sus dioses. El inquisidor apostólico lo mandó a quemar vivo en la plaza pública el 30 de noviembre de 1539 para convertirlo en la primera víctima del Santo Oficio en la Nueva España. Zumárraga recibió regaño y castigo porque en las disposiciones reales y las reglas del Santo Oficio, se estipulaba que no se podían ejercer rigor ni pena contra los cristianos nuevos de la raza india.
Sin embargo, no fue hasta 1571 que el doctor Moya de Contreras, inquisidor mayor de la Nueva España estableció en México el Tribunal de la Fé, este año, se considera oficialmente, como el del establecimiento del Santo Oficio en México.
Fray Tomás de Torquemada, pariente de Juan de Torquemada, el ilustre fraile que se ocupó de la historia indiana de México, fue uno de los más crueles inquisidores de España, Fue él quien desarrolló las reglas más crueles y estrictas para el Santo Oficio, reglas que se siguieron al pie de la letra en México. Entre sus disposiciones estaba que el secreto de los testigos fuera inviolable, que se adoptara el tormento y la confiscación de bienes, que en un corto período de gracia los acusados se denunciaran a sí mismos y abjuraran de sus errores, que se recibieran las denuncias de padres contra hijos y de hijos contra padres y que se permitiera la separación del derecho común y del orden de proceder en todos los tribunales conocidos.
LA IMPRENTA EN MÉXICO
La primera imprenta en América fue establecida en 1539, en la capital de la Nueva España, a pocos años de la conquista de Tenochtitlan. Dichas gestiones para su establecimiento fueron realizadas por el obispo fray Juan de Zumárraga y el virrey don Antonio de Mendoza.
En el desarrollo y evolución de la imprenta la Iglesia jugo un papel muy importante y a la vez contradictorio pues mientras a través de la Inquisición se prohibía la circulación de determinadas obras, obispos y misioneros promovían la introducción de la imprenta en el Nuevo Mundo y la edición de libros para evangelizar a los indios, como biblias, misales y otros textos religiosos.
Otras razones poderosas para introducir la imprenta en el México fueron la necesidad de imprimir trabajos burocráticos de la colonia española así como impresos educacionales.
Estos acontecimientos ayudan, a entender y explicar el fenómeno de la imposición de los valores hispánicos sobre la población indígena y la transculturación europea, lo cual aclara el proceso formativo de la cultura en México.
Juan Pablos de Bresca, Italia, fue quien estableció la primera imprenta en México, con su oficial, Gil Barbero, y un ayudante en la llamada "Casa de las Campanas", en la esquina de las actuales calles de Moneda y Lic. Verdad, como representante de Juan Cromberger, impresor alemán radicado en Sevilla. Cromberger había obtenido el privilegio y la merced de Carlos V de ser el único autorizado para imprimir y vender libros en estas tierras. El 12 de junio de 1539 Juan Pablos firmó un contrato con Juan Cromberger para trabajar la imprenta, el cual establecía, entre otras cosas, que las ediciones salidas de las prensas de la Nueva España ostentarían la leyenda "en casa de Juan Cromberger" durante diez años, lo que explica la ausencia del nombre de Juan Pablos en su primeras ediciones y, sólo hasta 1546, ya muerto Cromberger (1540), tras varias gestiones, estampa su nombre en los libros que edita. Concluido su contrato con Cromberger, Juan Pablos solicitó y obtuvo del Virrey de Mendoza el privilegio exclusivo para imprimir en la Nueva España.
Históricamente corresponde a Juan Pablos el honor de ser el primer impresor de México y de América.
De la primera etapa de la imprenta con denominación "en casa de los Cromberger se pueden mencionar las siguientes obras: Breve y más compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana que contiene las cosas necesarias de nuestra santa fe católica para el aprovechamiento de los indios naturales y salvación de sus ánimas, Manual de Adultos que se cree fue la primera obra impresa en México por las tres últimas páginas procedentes de la biblioteca Provisional de Toledo, España, este fue editado en diciembre de 1540 y mandado hacer por la junta eclesiástica de 1539, y La Relación del espantable terremoto que ágora nuevamente ha acontecido en la ciudad de Guatemala publicado en 1541.
Con la muerte de Juan Cromberger la existencia del taller se debilito, ya que sus herederos no proporcionaban papel, tinta, y otros requerimientos, como lo estipulaba el contrato; sin embargo, Juan Pablos, logra refortalecerlo y mejorar la calidad de las ediciones, para lo cual no sólo compró nuevos materiales, sino que contrató a tres oficiales y un ayudante: Tomé Rico como tirador o prensista, Juan Muñoz como componedor o cajista, Antonio de Espinosa como fundidor y cortador de letras y Diego Montoya como auxiliar, los cuales se contarían a partir de su desembarco en Veracruz. Se les daría el pasaje y alimentos para el viaje en el océano y una cabalgadura para su traslado a la Ciudad de México.
Ha sido motivo de polémica entre bibliógrafos e historiadores, que sostienen que el imprimador Esteban Martín, en 1539, imprimió en su pequeño taller La Escala Espiritual para llegar al cielo de San Juan Clímaco, traducido del latín al castellano por fray Juan de la Magdalena. Este libro aseguran que fue el primero en América, por más que hasta la fecha nadie lo haya visto, y cuya impresión sitúan en 1536 (Medina, Iguíniz, Gómez de Orozco, Borgia Steck, Carreño). Pero nuevas investigaciones dan a conocer que el primer libro editado fue la Breve y compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana, que contiene las cosas más necesarias de nuestra santa fe católica para aprovechamiento de estos indios naturales y salvación de sus ánimas, salida de las prensas de Juan Pablos en el año mismo en que comenzaba a funcionar su taller. No se conoce ningún ejemplar, esta información se encuentra registrada por el historiador y cronista dominico Dávila Padilla, en un documento incluido en las Cartas de Indias.

REBELIONES DURANTE LA NUEVA ESPAÑA
 Guerra Chichimeca 1550-1600
Con el descubrimiento de las minas de plata en 1546 en la región de Zacatecas, los españoles intentaron poblar y subyugar a las poblaciones de la región. En 1550 estalló la guerra chichimeca los actuales estados de Zacatecas, Guanajuato, Aguascalientes, Jalisco y San Luis Potosí entre los pueblos nativos (zacatecos y guachichiles) y los españoles y sus aliados indígenas (generalmente tarascos, mexicanos, otomíes o cazcanes).
Esta guerra, que se considera una de las más cruentas de la época colonial, duraría hasta 1600 y terminaría obligando a las poblaciones locales dejar la caza y recolección, establecer una vida sedentaria y   trabajar en las empresas mineras de los españoles.
Yanga 1609
Los negros también protagonizaron diversos levantamientos desde el siglo XVI, sobresale la lucha que emprendió Yanga en 1609 en Orizaba:
Lucharon valientemente por su libertad. Después de ser derrotados, 33 de ellos fueron colgados en 1612 en la plaza central de la capital. Ese mismo año la Audiencia de México prohibió a los negros y mulatos llevar armas y reunirse en grupos de más de tres personas. Pese a ello, la población negra no cejó en su lucha [. . .] en 1735 estalló un levantamiento de negros en la región de Córdoba. Tropas de Veracruz, Orizaba y otras regiones vecinas fueron lanzadas contra los insurrectos. Después de ser aplastado el levantamiento, sus jefes fueron ejecutados y los demás participantes fueron sometidos a terribles tormentos; solo unos cuantos lograron escapar a las montañas.
Motín 1692
En 1692 hubo escasez y carestía de cereales en la ciudad de México. Un domingo de junio se acabó el maíz y los encargados de repartirlo golpearon a las indias que protestaban. Muy pronto llegó mucha gente y se inició un alboroto que duró varias horas y durante el cual se incendiaron el palacio de los virreyes y las casas del cabildo; muchas tiendas fueron saqueadas. Sobre las mujeres golpeadas, Carlos de Sigüenza y Góngora menciona “echando mano a un asote, no sé quién dellos, comenzó a darles. Consiguiese con esto el que se retirasen y se prosiguió la venta…pero por breve rato…enfadado el que aún tenía el azote le descargó sobre la cabeza y repartió otros muchos a las más cercanas”.
La represión fue muy dura y se dirigió contra los indios; pero no fueron sólo indios los que participaron en el motín, sino la “plebe” de la ciudad, mezcla de todos los grupos resentidos por las injusticias del gobierno y las humillaciones de los ricos españoles. La población española comenzó a sentir miedo de sus vecinos, que ya no se identificaban con los indios. En los muros quemados del palacio apareció esta leyenda “Este corral se alquila para gallos de esta tierra y gallinas de Castilla”.
Canek 1761
En 1761 tuvo lugar la mayor rebelión de los indios mayas en el pueblo de Quisteil, parroquia de Tixcataltutu. Los indios estaban descontentos y resentidos a causa del fallido intento de Gómez Parada por liberarlos”. Además, el exceso de tributos exigidos y la servidumbre, hacían insoportable su situación. También se hallaban presentes en la rebelión motivos y supersticiones religiosos, pues el dirigente de los indios armados, Jacinto Canek, criticó la falta de servicios religiosos en los pueblos pequeños, en contraste con la abundancia en los mayores y la avaricia y crueldad de los jueces de tributos.
Los indios mayas penetraron tumultuosamente en la iglesia del pueblo, mataron a los blancos y coronaron a Jacinto Canek como rey. Hicieron llamamiento a otros pueblos. Como resultado logró reunir a 1.500 indios armados. Después de una violenta batalla, el pueblo cayó en manos de los españoles y Jacinto Canek fue hecho prisionero y se le condenó a muerte: quebrándole los huesos y tenaceándole la carne
Mineros de Pachuca 1766
Un movimiento social importante por la composición heterogénea de los participantes fue la insurrección de los mineros en Pachuca.
En 1757, cuando Pedro Romero de Terrenos, propietario de la mina y uno de los hombres más ricos de la nueva España, trató de obligar a las aldeas indígenas vecina (con ayuda de las autoridades) a poner a disposición mano de obra complementaria proveniente de Guadalajara, aumentar las cargas de trabajo y reducir los jornales, estalló una insurrección. A fines de 1766, los mineros, cansados de vejaciones, arbitrariedades y actos ilegales del propietario, y, lo más importante, de la pretensión del dueño de la mina de abolir el sistema de remuneraciones acudieron con las autoridades.
El virrey prometió atender su petición pero no cumplió. Así que el 15 de agosto de 1766 empezó la agitación, el alcalde mayor y el capataz de los mineros fueron asesinados. Los sublevados acudieron a Pachuca y apedrearon la casa de su amo y de otros ricos, asaltaron la cárcel y liberaron a sus compañeros presos. Sólo la intervención de las tropas pudo restablecer el orden. Las autoridades, ante el temor de nuevas sublevaciones, mantuvieron el sistema anterior de remuneración de los trabajadores.












LA  VERDADERA  HISTORIA  DE  QUETZALCÓATL
Bueno esta va a ser la verdadera historia del famosísimo y polémico Quetzalcóatl….bueno hay muchas historias yo les traigo una de ellas  espero que les guste a todos los fanáticos del gran "barbado y blanco hombre que enseño a hacer diferentes cosas a los pobladores de nuestro país"
La aparición en Mesoamérica y específicamente en el Anáhuac, de este personaje alto, rubio, blanco, barbado y de profunda cultura ha dado margen a la creación de varios mitos y leyendas que los antropólogos, científicos y exploradores extranjeros han entretejido de una maraña cada vez más difícil de desenredar. En la mitología Tlahuica, tan confusa como la griega, se borda una historia con respecto a Quetzalcóatl, semejante a la del nacimiento del Rey Salomón, pues se dice en los antiguos códices que Quetzalcóatl fue hijo de una mujer virgen llamada Chimalma y del Rey-Dios Mixtocóatl, monarca de Tollán. Que avergonzada por haber dado a luz sin matrimonio, Chimalma puso en una cesta al niño y lo arrojó al río. (No se sabe a cuál) y que unos ancianos lo criaron y educaron, habiendo llegado a ser un hombre sabio y culto que al regresar a Tollán, se hizo cargo del gobierno.
Por otra parte se dice que Quetzalcóatl fue un hombre rubio, blanco, alto, barbado y de grandes conocimientos científicos, que enseñó a los pobladores de lo que hoy es México, a labrar los metales, orfebrería, lapidaria, astrología etc. aunque jamás se llegó a saber su nacionalidad y su procedencia. Cuéntase que habiendo bebido el suave neutle (pulque) se emborrachó y cometió actos bochornosos después de lo cual decidió marcharse para siempre tomando el rumbo del Golfo de México o Mar de las Turquesas.
En un suicidio ceremonial al cual le acompañaban cuatro mancebos sus discípulos, se hundió para siempre, renaciendo como la estrella de la Mañana y posteriormente adoptando el nombre de Quetzalcóatl, que quiere decir serpiente emplumada o serpiente de plumaje hermoso.
Los Mayas adoptaron a Quetzalcóatl como deidad pues hasta allá llevó sus conocimientos y su cultura pasmosa, colocándole el nombre de Kukulcán, que quiere decir lo mismo, serpiente emplumada o Votan (que debe haber sido su nombre real) y recibieron de él las más sabias enseñanzas tanto religiosas como políticas y artísticas.
Se dice que los Toltecas, Nahoas y Mayas lo deificaron y colocaron su símbolo en todos los palacios, monumentos y templos de la zona Maya y Mesoamérica en donde aún puede verse, en recuerdo y veneración de este sabio, que según la tradición máyense, subió al panteón y se convirtió en la estrella Venus, que también es así identificado por los fantasiosos arqueólogos.
Ahora bien, cuando las huestes hispanas llegaron a las tierras veracruzanas al mando del capitán extremeño Hernán Cortés, y según nos cuentan en sus muy sabrosas crónicas Bernal Díaz del Castillo, se encontraron con una gran sorpresa que en esos días de codicias y rapiña desmedidas no le dieron la importancia que tenía y hoy aún, debe tener. Relata el soldado cronista que llegados a las costas de lo que sería La Nueva España, el Emperador Moctezuma envió unos tendiles llevando regalos, oro y joyas y muchos ricos presentes que lejos de hacer que Cortés volviera proa a la mar, lo tentó en ambiciones. Uno de estos tendiles al ver que uno de los soldados de Cortés tenía un casco de latón que brillaba al sol, pidió verlo, diciendo que hacía muchos, muchos años, había llegado a la Gran Tenochtitlán un hombre rubio, barbado y blanco, portando un casco semejante; que al marcharse se los había regalado y los sacerdotes lo colocaron en la cabeza del ídolo representativo del Dios Huitzilopochtli. Pidió que se le prestara el casco para cotejarlo con el que tenía puesto su Dios.
Y resultó que el casco dorado que tenía el Dios, era igual al del soldado hispano, sólo que tenía en ambos lados unos cornezuelos al estilo de los cascos vikingos.
Aquél tendil no solamente llevó ante Hernán Cortés el dicho casco dorado, sino también a un hombre blanco, alto, barbado, rubio que se parecía mucho al conquistador, diciendo que su nombre era Quintalbor, que de ninguna manera es nombre mexicano, maya o correspondiente a ninguno de los idiomas, que se hablaban en el Nuevo Mundo. Pero en lugar de examinar detenidamente el casco y si lo hicieron no fue consignada en ninguna de las cartas de relación, tomaron a chunga y relajo la presencia de aquel hombre barbado, rubio y blanco idéntico a don Hernán Cortés, al grado de parecer su hijo o su gemelo y desde ese momento lo llamó Don Cortés.
Al llegar los conquistadores a la fabulosa Ciudad de Tenochtitlán, sacerdotes y principales hablaban de un hombre rubio y barbado semejante a ellos, que hacía muchos años había estado entre ellos y les había predicho que un día llegarían al país hombres barbados y con armas poderosas para esclavizar al señorío.
Moctezuma, que según nos cuenta la historia era un monarca medroso, pusilánime, creyó que con la llegada de Hernán Cortés y su puñado de rapaces se cumplía la profecía y casi dejó en manos del puñado de horca hispano, el destino de sus reino, de su imperio.
Ahora bien, es de suponerse que Quetzalcóatl no fue aquel misterioso hombre barbado, posiblemente nórdico, que dejó como recuerdo su casco de vikingo, ya que en ese entonces la Europa no poseía la cultura y los conocimientos numéricos y calendáricos que poseían los mayas y el mito y la leyenda se entretejen en una urdimbre impenetrable, se confunden debido a los estudios antropológicos y arqueológicos hechos en una mayoría por extranjeros.
Tal vez Tollán si tuvo un gobernante sabio y bueno al que llamaron Quetzalcóatl, hijo de Chimalma y el Rey-Dios Mixcoatl, pero también es muy posible que los sacerdotes y astrónomos de entonces, al observar los cielos en la forma en que lo hacían, hayan descubierto que el mundo, su mundo, formaba parte de la Vía Láctea, de esta enorme galaxia que hoy conocemos y de la cual formamos parte y a la cual daban por nombre Ixtacmixcoatl que quiere decir "Serpiente salpicada de piedras preciosas o luceros", serpiente incrustada de diamantes. Y después de sus observaciones le hayan puesto Quetzalcóatl, serpiente de plumas hermosas y extendido su culto a los habitantes de Mesoamérica. De allí que en los portentosos edificios de esa antigüedad se hayan esculpido esos símbolos y reverenciado como deidad, pues a ningún hombre por sabio que haya sido, se le dio jamás el rango de Dios.
Por último y finalizando así la leyenda y el mito, al relato, y a las elucubraciones, es preciso asentar que según algunos arqueólogos, jamás existió la serpiente emplumada, que sería absurdo una mezcla o yuxtaposición con fines religiosos, de una ave preciosa y un reptil.
Lo que ocurrió y a esto puede y debe darse el mayor crédito, es que los hombres de aquella civilización tan avanzada, en su sublimación artística, esculpieron una serpiente con penacho, con garras de jaguar y crearon una figura monstruosa y bella a la vez, como el mítico dragón de los chinos en el cual quieren enredar al misterioso y bárbaro rubio peregrino, que por lo menos, ya que su cultura debió haber sido casi completa, pudo haber dejado escrito su nombre y el de su país en alguno de los muros, frescos o bajorrelieves de templos y palacios.
Así volvemos a lo mismo. Quetzalcóatl hombre, Quetzalcóatl Dios, amalgama absurda de las generaciones actuales. Incomprensión de lo misterioso de aquellos pueblos que han dado margen a una de las leyendas más difundidas en América y en el mundo.



El mito del nacimiento de Huitzilopochtli



Mucho honraban los Mexicas a Huitzilopochtli; sabían origen, su principio fue de esa manera:
       En Coatepec, por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaban una mujer de nombre Coatlicue. era madre de los 400 Surianos y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui.   Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría, tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajó un plumaje, como una bola de plumas finas.
  En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer, buscó la pluma, que había colocado en su seno. pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó encinta.   A ver los 400 Surianos que su madre estaba encinta, mucho se enojaron, dijeron: ­   "¿Quién le ha hecho esto? ¿Quién la dejó encinta? Nos afrenta, nos deshonra".   Y su hermana Coyolxauhqui les dijo:   "Hermanos, ella nos ha deshonrado hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya encinta. ¿Quien le hizo lo que lleva en el seno? Cuando supo esto Coatlicue, mucho se espantó, mucho se entristeció.   Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno, le confrontaba, le decía:   ­"No temas, yo sé lo que tengo que hacer”.
Habiendo oído Coatlicue las palabras de su hijo, mucho se consoló, se calmó su corazón, se sintió tranquila.   Y entre tanto, los 400 Surianos se juntaron para tomar acuerdo, y determinaron a una dar muerte a su madre, porque ella los había infamado.   Estaban muy enojados, estaban muy irritados, como si su corazón se les fuera a salir. Coyolxauhqui mucho los incitaba, avivaba la ira de sus hermanos, para que mataran a su madre.   Y  los 400 Surianos se aprestaron, se ataviaron para la guerra.   Y  estos 400 Surianos eran como capitanes, torcían y enredaban sus cabellos, como guerreros arreglaban su cabellera. Pero uno llamado Cuahuitlíac era falso en sus palabras.
  Lo que decían los 400 Surianos, en seguida iba a decírselo, iba a comunicárselo a Huitzilopochtli. Y  Huitzilopochtli le respondía: ­"Ten cuidado, está vigilante, tío mío, bien sé lo que tengo que hacer".   Y cuando finalmente estuvieron de acuerdo, estuvieron resueltos los 400 Surianos a matar, a acabar con su madre, luego se pusieron en movimiento, los guiaba Coyolxauhqui.   Iban bien robustecidos, ataviados, guarnecidos para la guerra, se distribuyeron entre sí sus vestidos de papel su anecúyotl, sus brazaletes,                              ' sus colgajos de papel pintado, se ataron campanillas en sus pantorrillas las campanas llamadas oyohualli.   Sus flechas tenían puntas barbadas. Luego se pusieron en movimiento, iban en orden, en fila; en ordenado escuadrón, los guiaba Coyolxauhqui.        Pero Cuahuitlícac subió en seguida a la montaña,
para hablar desde allí a Huitzilopochtli, le dijo: ­"Ya vienen." Huitzilopochtli le respondió: ­    "Mira bien por dónde vienen."   Dijo entonces Cuahuitlícac: ­"Vienen ya por Tzompantitlan." Y  una vez más le dijo Huitzilopochtli: ­"¿Por dónde vienen ya?" Cuahuitlícac le respondió: ­"Vienen ya por Coaxalpan."   Y de nuevo Huitzilopochtli preguntó a Cuahutlícac: ­"Mira bien por dónde vienen." En seguida le contestó Cuahuitlícac: ­"Vienen ya por la cuesta de la montaña." Y todavía una vez más le dijo Huitzilopochtli: ­"Mira bien por dónde vienen."   Entonces le dijo Cuahuitlícac: "Ya están en la cumbre, ya llegan, los viene guiando Coyolxahuqui."   En ese momento nació Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanzadardos de turquesa.
  Se pintó su rostro con franjas diagonales, con el color llamado "pintura de niño". Sobre su cabeza colocó plumas finas, se puso sus orejeras.   Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto, llevaba una sandalia cubierta de plumas, y sus dos piernas y sus dos brazos 'os llevaba pintados de azul.   Y el llamado Tochancalqui puso fuego a la serpiente hecha de teas llamadas Xiuhcóatl, que obedecía a Huitzilopochtli. Luego con ella hirió a Coyolxauqui, le cortó la cabeza, la cual vino a quedar abandonada, en la ladera de Coatépetl, montaña de la serpiente.   El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo.   Entonces Huitzilopochtli se irguió, persiguió a los 400 Surianos,
los fue acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre de Coatépetl, la montaña de la culebra.   Y cuando los había seguido hasta el pie de la montaña, los persiguió, los acosó cual conejos, en torno de la montaña.   Cuatro veces los hizo dar vueltas. En vano trataban de hacer algo en contra de él, en vano se revolvían contra él al son de los cascabeles y hacían golpear sus escudos.   Nada pudieron hacer, nada pudieron lograr, con nada pudieron defenderse. Huitzilopochtli los acosó, los ahuyentó, los destrozó, los aniquiló, los anonadó.   Y entonces los dejó, continuaba persiguiéndolos.   Pero ellos mucho le rogaban, le decían: ­"¡Basta ya!" Pero Huitzilopochtli no se contentó con esto, con fuerza se ensañaba contra ellos. Los perseguía.  
Sólo unos cuantos pudieron escapar de su presencia, Pudieron liberarse de sus manos. Se dirigieron hacia el sur se llaman 400 Surianos, los pocos que escaparon de las manos de Huitzilopochtli.   Y cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les quito sus atavíos, sus adornos, su anecúyotl,   se los puso, se los apropió, los incorporó a su destino, hizo de ellos sus propias insignias.   Y este Huitzilopochtli, según se decía, era un portento, porque con sólo una pluma fina, que cayó en el vientre de su madre Coatlicue, fue concebido.   Nadie apareció jamás como su padre. A él lo veneraban los mexicas, le hacían sacrificios, lo honraban y servían.   Y  Huitziiopochtli recompensaba a quien así obraba. Y su culto fue tomado de allí, de Coatépec, la montaña de la serpiente,
como se practicaba desde los tiempos antiguos.

La leyenda de los 5 soles
Existen varias versiones sobre cómo se creó el mundo de los antiguos mexicanos, una de las más famosas es la historia de los 5 soles, sin embargo casi nadie conoce esta historia completa = (

Por eso les dejo aquí la versión original del mito azteca (o lo más cercano a esto) espero que les guste y sin tienen alguna duda espero poder ampliarla... jajá. 
LA LEYENDA DE LOS 5 SOLES
En un principio no había nada, y entonces el dios Ometecuhtli creó a Tonacatecuhtli (Señor de nuestra carne) y a Tonacacihuatl (Señora de nuestra carne) para que poblaran el universo. 

Estos dos dioses tuvieron cuatro hijos: el primero nació rojo y sin piel que cubriera su cuerpo y lo llamaron Xipe Totec (nuestro Señor desollado). El segundo nació negro, con garras y colmillos de jaguar y lo llamaron Tezcatlipoca (Espejo negro que humea), el tercero nació blanco con cabello rubio y ojos azules y lo llamaron Quetzalcoatl (Serpiente emplumada) y el cuarto nació azul, con la mitad de su cuerpo descarnada, y lo llamaron Huitzilopochtli (Colibrí zurdo).

Al paso del tiempo los cuatro hermanos se reunieron para saber qué es lo que harían, y después de mucho deliberar acordaron crear una obra que los venerase y dignificase como dioses. Huitzilopochtli con su gran poder hizo una gran hoguera alrededor de la cual se sentaron para hacer su obra.

Crearon al hombre y lo pusieron en la tierra y lo llamaron Huehuecoyotl, y crearon a su mujer y a los dos los llamaron Macehualtin y les ordenaron tener hijos que les rindieran honores como dioses. Crearon los mares, los lagos y las montañas y pusieron en ellas animales para que el hombre los cazara y se alimentara e su carne. Al final, su obra estaba completa pero había tinieblas en el Tlaltipac, nunca era día puesto que no había sol.

Primer Sol (Tierra) 

Quetzalcoatl tomó la hoguera y la convirtió en un inservible medio sol. Enojado, Tezcatlipoca absorbe par si ese medio sol y el mismo se convierte en un sol completo, siendo muy cálido e inclemente, impidiendo que la vida crezca en la tierra, ya que marchitaba inmediatamente cualquier sembradío. Los gigantes que habitaban en esta época llamados Tzocuiliceque alimentábanse de chicote malimalli (siete hierba), que son los piñones de las piñas.

La maldad del sol Tezcatlipoca duró hasta que fue derribado de un bastonazo por el indignado Quetzalcoatl un día de nahui-ocelot. Tezcatlipoca cayó en el fondo de un lago y emergió convertido en un jaguar, el cual seguido de todo un ejército de éstos devoró a los gigantes.

Este sol fue llamado Tlaltipac-Tonatiu o Sol de Tierra, desapareció en un alto ce-acatl (uno caña) y duró 676 xiuhmolpillis (ciclos de 52 años). 
Aztecas

Segundo Sol (Viento)

Una vez que hubo derribado a su hermano, Quetzalcoatl se corporeizó sol, pero siendo más benévolo con la vida, permitiendo que las cosechas se dieran en abundancia y que los hombres fueran felices gracias a su dios. Los hombres de esta época alimentábanse de frutas silvestres llamadas acontzintli.

Todo era idílico hasta que un día nahui-ehecatl el Jaguar-Tezcatlipoca subió a los cielos y derribó a su hermano de un zarpazo. En su caída, Quetzalcoatl provocó un gigantesco y monstruoso vendaval que desagarraba los cerros y destruida todo a su paso. Los hombres tenían que caminar encorvados, aferrándose a lo que podían y por esta razón se convirtieron en monos. Sólo sobrevivió una pareja, refugiándose en un gran bosque cercano. Este sol duró 376 xiuhmolpillis, desapareció en un año ce-tecpatl y fue llamado Ehecatl-Tonatiuh o Sol de Viento. 


Tercer Sol (Fuego)

Ahora fue el turno de Tláloc de hacerse sol y tomar el lugar de Quetzalcoatl. Los descendientes de la pareja de sobrevivientes poblaban al Tlaltipac, y alimentábanse de atzinzintlio o maíz de agua. Pero la gente de esta era se corrompió desatendían los preceptos morales que los dioses les habían impuesto y se dedicaban a los placeres malsanos, al robo y al homicidio. La tierra en poco tiempo no fue sino solo un vasto páramo yermo en poco tiempo

Harto de tanta podredumbre, Quetzalcoatl le ordena a Xiutecutli, dios de fuego, que destruya a la humanidad. Este dios emergió de un gigantesco volcán en un día nahui-quahuitl y comenzó a llover fuego del cielo. Los hombres atemorizados les rogaron a los dioses que los convirtieran en aves para poder escapar del holocausto. Conmovidos, los dioses convirtieron a unos en pájaros y a otros en guajolotes. Por consejo de Xiutecutli, sólo sobrevivió una pareja refugiándose en una cueva muy alta, llevando con ellos una mata de maíz y el fuego sagrado. Este sol desapareció en un año ce-tecpatl, duró 78 xiuhmolpillis y fue llamado Xiuh-Tonatiuh.

Cuarto Sol (Agua)

Por órdenes de Huitzilopochtli, Chalchuiuhcueye, la de las faldas de esmeralda, se corporeizó sol. Los hombres poblaron nuevamente la tierra, pero esta vez bajo la tutela de Nene y Tata, los sobrevivientes de la pasada destrucción. Los hombres siguieron la conducta que les dictaron los dioses, alimentábanse los hombres de esta era de Nahui-xochitl (cuatro-flor).

Tezcatlipoca no está complacido con toda esta bonanza y corrompe a Chalchiutlicue, la de las faldas de jade, y la obliga a destruir por cuarta ocasión a la humanidad. La diosa aparece en la cima del cerro llamado Atepetl en un día nahui-atl, y al momento de encajar su cayado en la tierra, comienza a llover a llover a cántaros. Por todo un ciclo llovió en el Tlaltipac. Conmovidos por la desgracia humana, los dioses convirtieron a los hombres en peces. Este sol desapareció en un año ce-calli y duró 77 xiuhmolpillis fue llamado. Este sol fue llamado Atl-Tonatiuh o Sol de Agua. Llovió tanto, que al final los cielos perdieron su equilibrio y se desplomaron sobre el Tlaltipac.

Reparación del daño

Avergonzados por su conducta, los dioses deciden reparar su error y en un año ce-tochtli se reúnen en Teotihuacán para decidir lo que han de hacer. Entonces, los cuatro hermanos crearon a cuatro hombres: Atemos, Itzacoatl, Itzmaliza y Tenoch. Luego entraron en la tierra y emergieron en los cuatro puntos cardinales, cada uno convertido en un árbol diferente.

Juntos dioses, árboles y hombres, levantaron los cielos y los colocaron en la forma en que ahora los conocemos. Pusieron las estrellas en su lugar y escalonaron el Mictlan en los nueve vados correspondientes. Al final, los cuatro hombres se convirtieron en aves preciosas.

Todo quedó ordenado, pero no había hombres sobre la tierra. Así que decidieron crear la
Versión definitiva de la humanidad y a falta de materia prima con que crear al hombre, decidieron bajar al Mictlan para recoger huesos de los antiguos gigantes y con eso crear a los nuevos hombres.

Pero ninguno quería bajar al Mictlan. Tezcatlipoca era el idóneo para reinar en la oscuridad, pero no quiso molestarse en ello. Huitzilopochtli por su parte, consideraba la tarea indigna de un guerrero como él. Xipetotec consideraba que la materia en descomposición no era buena materia prima. Al final Quetzalcoatl se ofreció para la terrible tarea.

Uno por uno fue sorteando los nueve vados del inframundo hasta llegar a la presencia de Mictlantecuhtli. Quetzalcoatl lo convence de darle uno de sus huesos favoritos, que había pertenecido a los antiguos gigantes. El dios de los muertos se condolió del gemelo precioso, y accede a cambio de que Quetzalcoatl haga sonar su caracol y dé cuatro vueltas alrededor de su círculo precioso. Pero Quetzalcoatl se da cuenta que el caracol no tiene agujeros por donde entrar para darle las vueltas. Así que Quetzalcoatl llama a los gusanos para que lo agujeren y a las abejas para que lo hagan sonar. Mictlantecuhtli entrega a Quetzalcoatl los huesos solicitados. 
Cuando Quetzalcoatl está a medio camino de regreso con los huesos de los hombres y las mujeres, Mictlantecuhtli se arrepiente y lo persigue, mostrándole sus terribles fauces. En su huida Quetzalcoatl tropieza y cae. Al caer los huesos se desperdigan y unas codornices que estaban por ahí los picotean y los roen. El dios del Viento recoge lo que resta de los huesos y sale huyendo.

Ya de regreso, Qualaztli, la doncella, molió los restos de los huesos y los puso en una vasija muy elegante. Quetzalcoatl hizo una mezcló los huesos con su propia sangre y semen y con esta mezcla sagrada modeló la figura humana, y Xipetotec le infundió la vida. Creando al hombre tal y como lo conocemos. Como sólo utilizaron la mitad del hueso que quedó, los humanos sólo tenemos la mitad de estatura que los antiguos gigantes.

Quinto Sol (Movimiento)

Las tinieblas reinaban aún en el mundo, así que los cuatro hermanos reunieron a los demás dioses en Teotihuacán. Una vez ahí, decidieron hacer un nuevo y definitivo sol, uno que fuera eterno, así que necesitarían de dos de ellos, uno para que fuera sol y otro para que fuera luna. Hubo entonces un voluntario para la primera encomienda, un altivo dios llamado Tecucciztecatl, el del caracol marino.

–Yo seré su sol- dijo orgulloso el guerrero -puesto que soy lo suficientemente poderoso para esta noble tarea-. –Así sea, Tecucciztecatl, tú serás el sol, ¿pero quién ha de ser luna?- dijo Quetzalcoatl. Los demás dioses se miraron, puesto que nadie quería esa oscura tarea. Al final, todos voltearon a ver a Nanahutzin, el busbosillo, un dios que tenía el cuerpo cubierto de llagas, pero el corazón de oro y como nadie quería tenerlo cerca, todos le obligaron a ser luna.

Dicho esto, los dioses construyeron dos grandes adoratorios, uno junto al otro, el más grande y suntuoso para Tecucciztecatl y el más pequeño y sencillo para Nanahuatzin. Por trece días hicieron penitencia y ayunaron y ofrecieron ofrendas para purificar sus cuerpos.

Tecucciztecatl ofreció en el Tonatiuh-itzacual (pirámide del sol), manquetzalli (plumas finas), pelotas de oro, espinas de coral precioso y copal muy bueno. Este arrogante dios se vistió con sus mejores aderezos, un hermoso lienzo cubría su cuerpo y el aztacomitl (bello plumaje) decoraba su cabeza. 
Nanahuatzin en cambio, ofreció en el Meztli-itzacual (pirámide de la luna) cañas verdes atadas de tres en tres hasta formar nueve hatos, bolas de heno, espinas de maguey teñidas con su sangre y sus póstulas. Para esta ocasión vistió un amatzontli (tocado de papel amate) y un maxtli (taparrabo) y estola del mismo material.

Durante un lapso de trece días los dos dioses hicieron penitencia y ayunaron, preparando sus cuerpos y almas para la dura tarea que les esperaba. Al término del plazo los cuatro dioses creadores hicieron una gran hoguera en la calzada de los muertos, cuyas flamas eran tan grandes que alcanzaban el cielo mismo.

-¡Ea pues Tecucciztecatl!, entra en la hoguera para que nazca el nuevo sol ordenó Huitzilopochtli al dios del caracol marino. Tecucciztecatl hizo un intento por arrojarce al fuego, pero las llamas lo intimidaron y retrocedió temeroso. Cuatro fueron los intentos de este dios por arrojarse a las llamas y cuatro veces retrocedió presa del pánico.

-¡Prueba tu ahora Nanahuatzin, y que tu intento fructifique!- dijo Huitzilopochtli el pequeño y enfermo dios. -¡Sea pues su voluntad hermanos míos!- fue lo único que dijo el bulbosillo, porque inmediatamente después se arrojó de cabeza al fuego. Tecucciztecatl, avergonzado de la valerosa acción de ese insignificante dios, se arrojó después de él al fuego. Acto seguido los dioses arrojaron al fuego un águila y un ocelote, en ese orden.

Por trece días esperaron los dioses que el sol saliera por el horizonte pero no sucedió nada. Al amanecer del día catorce, hacia el Este, un águila salió de la hoguera llevando una enorme esfera reluciente en su pico. El resplandor que éste emitía era suficiente para iluminar todo el Tlaltipac y era benéfico su calor. 


Los dioses estaban contentos, porque ahora, los hombres que ellos habían creado eran perfectos. Ni muy grandes ni muy pequeños; ni muy fuertes ni muy débiles. Y el sol Tonatiuh (Águila que emprende el Vuelo) podía iluminar todo el Tlaltipac.

No alcanzaban los dioses a reponerse de su asombro cuando de la hoguera surgió un ocelote llevando entre sus garras otra esfera igual de reluciente que la primera.

Quetzalcoatl pensó que no era conveniente que hubiera dos soles y más cuando Tecucciztecatl había demostrado tal cobardía. Encolerizado, tomó de las orejas un conejo que iba pasando por ahí y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la segunda esfera, la cual al impacto se opacó y redujo su tamaño, y el cuerpo del conejo quedo plasmado para siempre en su rostro. 
Pero el sol y la luna permanecían inmóviles en el firmamento. Quetzalcoatl, ordenó a Ehecatl, dios del viento, darles movimiento, separándolos para que nunca coincidiera el uno con el otro. Pero no fue suficiente para que el sol mantuviera su curso eterno. Tonatiuh exigió que lo alimentaran con chalchiuitl (sangre). Entonces, los dioses deciden ofrecer ellos su sangre.

Fue Ehecatl, dios del viento, el encargado de sacrificar a los dioses. Uno a uno cayeron inertes ante su cuchillo de obsidiana.

Pero Xolotl, dios del movimiento, hermano gemelo de Quetzalcoatl, se negó a morir y huyó. Logra ocultarse entre los maizales y se convierte en pie de maíz que tiene dos cañas, pero es descubierto. Entonces, se esconde en el agaval y se transforma en maguey de dos cuerpos y por eso se le llama mexolotl pero nuevamente es descubierto. Se mete en el agua transformándose en un pez monstruoso axolotl, pero Ehecatl lo atrapa y le da muerte. De ahí en adelante es el patrono de los gemelos, pares y de todas las cosas que se duplican y se transforman para escapar de la muerte.

Cuando todos los dioses hubieron muerto, Tonatiuh, el sol, empezó su interminable camino por el firmamento. Advirtiendo a los pobladores del Tlaltipac que necesitaba sangre para poder vivir. Es por eso que el pueblo mexica heredero directo del poder de Huitzilopochtli realizaría sacrificios humanos al sol para que siempre tuviera la fuerza suficiente para cruzar los cielos y cumplir con la tarea divina de darle vida al Tlaltipac.

Este fue el comienzo del Quinto Sol, el actual. Llamado Ollin-Tonatiuh, Sol del Movimiento.

El nombre de este Sol es na-ollin (4 movimientos). Este ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacán. Tonacatecuhtli y Xiuhtecuhtli llamaron a Nanahuatzin y le dijeron: "Ahora tú guardarás el cielo y la tierra."

Se dice que si los pobladores del Tlaltipac no muestran ser merecedores de este mundo, en un día Nahui-Ollin, el quinto sol será destruido para dar paso al sexto sol. La destrucción de esta era será a través del movimiento y hambre ya que Xolotl, dios del movimiento es el encargado de esta era.


La Maldición de La Malinche Compositor: Gabino Palomares

Del mar los vieron llegar Mis hermanos emplumados Eran los hombres barbados De la profecía esperada Se oyó la voz del monarca De que el dios había llegado. Y les abrimos la puerta Por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias Como demonios del mal Iban con fuego en las manos Y cubiertos de metal. Sólo el valor de unos cuantos Les opuso resistencia Y al mirar correr la sangre Se llenaron de verguenza.
Porque los dioses ni comen Ni gozan con lo robado Y cuando nos dimos cuenta Ya todo estaba acabado. Y en ese error entregamos La grandeza del pasado Y en ese error nos quedamos Trescientos años esclavos.
Se nos quedó el maleficio De brindar al extranjero Nuestra fe, nuestra cultura, Nuestro pan, nuestro dinero. Y les seguimos cambiando Oro por cuentas de vidrio Y damos nuestras riquezas Por sus espejos con brillo.
Hoy, en pleno siglo veinte Nos siguen llegando rubios Y les abrimos la casa Y les llamamos amigos. Pero si llega cansado Un indio de andar la sierra Lo humillamos y lo vemos Como extraño por su tierra.
Tu, hipócrita que te muestras Humilde ante el extranjero Pero te vuelves soberbio Con tus hermanos del pueblo. Oh, maldición de malinche, Enfermedad del presente ¿Cuándo dejarás mi tierra..? ¿Cuándo harás libre a mi gente?



Los últimos días del sitio de Tenochtitlan

Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
Nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
Nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
Los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
Y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
Y cuando las bebimos,
Es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
Y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
Ni con escudos puede ser sostenida su soledad.

Hemos comido palos de colorín,
Hemos masticado grama salitrosa,
Piedras de adobe, lagartijas,
Ratones, tierra en polvo, gusanos . . .
Comimos la carne apenas,
Sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
De allí la arrebataban,
En el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
Del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
Sólo dos puñados de maíz,
Sólo diez tortas de mosco;
Sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
Plumajes de quetzal,
Todo eso que es precioso,
En nada fue estimado. . .

La ruina de tenochcas y tlatelolcas
Afánate, lucha, ¡oh Tlacaltéccatl Temilotzin!:

Ya salen de sus naves los hombres de Castilla y los de las chinampas.



LOS 8 PRESAGIOS DE LA LLEGADA DEL ESPAÑOL A LA TIERRA AZTECA

De verdades a mentiras, de claridad a oscuridad atravesando lo borroso; ocho señales avisaron al mexica de la conquista española antes que esos hombres pisaran nuestra tierra.
Ojos de niña o anciana que ruegan al corazón del guerrero azteca tomar su macuahuitl de madera y obsidiana para defenderlas por haber interpretado los presagios que deslumbraron sus pupilas
 En el cielo la señal primera, resplandeciente y gigante llama de fuego, ancha en la parte de abajo y aguda en la de arriba, su punta llegaba a la mitad del cielo. Se levantaba por el oriente y a media noche su resplandor hacía parecer que fuera un día común, llegaba hasta la mañana y entonces se perdía de vista. Cada noche de un año duró espantando al azteca que pensaba era una mala señal para todos.


La segunda señal fue que el templo de Hitzilopochtli se incendió sin explicación alguna y cuando sus creyentes corrían a apagar el fuego con agua, este enardecía hasta dejar hecho braza el lugar. El atl tlachinolli, unión del fuego y el agua algo les pudo avisar.
 La tercera fue un rayo que cayó sin sonido, sobre la casa de Xiutecutli, dios azteca del fuego un día de lluvia tranquila dejando cenizas en el lugar.
 La Cuarta en un día pleno y soleado que un cometa cayó en la tierra, tres estrellas corriendo encendidas juntas y con sus de colas largas, partieron del occidente encaminando al oriente y al estrellarse sepa Dios donde, se escuchón un enorme tronido en toda la comarca tenochca.


La quinta señal fue que se levantó el agua que rodeaba Tenochtitlan en grandes olas, llegando lejos y entrando por las casas, sacudiendo sus cimientos y haciéndolas caer.

La sexta señal fue que en la noche se oía la voz de una mujer diciendo: “¡Ay mis hijos ya nos perdemos!” “¡Ay mis hijos, ¿Dónde los llevaré?! Mujer que sería calumniada de ser la llorona loca que mató a sus hijos y después llevada a la tierra de aguas calientes para poder tener en ese lugar una historia de fantasmas regional.
 La séptima señal fue que los cazadores de las aves llevaron a Moctezuma una parda y del tamaño de una grulla que tenía un espejo en medio de los ojos por las que vio llegar a Hernán Cortés y sus hombres a caballo. Moctezuma mandó a llamar a sus agoreros y adivinos a quienes preguntó si sabían que venía mucha gente junta, y antes que le respondieran el ave ya no estaba.

 La octava y última seña fue que aparecieron seres con monstruosos cuerpos que eran capturados y llevados a Moctezuma en su Tlillancalmecac. Estos seres desaparecieron al ser mirados.

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